Passivhaus: el camino para eliminar el gasto en aire acondicionado durante la época estival

Madrid. 28/05/2018

Una vivienda pasiva no solo es la alternativa estrella para viviendas ubicadas en zonas con un clima frío, sino que también está diseñada para conseguir un ambiente óptimo en verano modulando la temperatura interior, evitando los picos de calor y, por consiguiente, reduciendo el excesivo consumo de energía generado por la utilización ininterrumpida del aire acondicionado y otro tipo de elementos destinados a refrescar una vivienda o edificio. ¿Cómo? Gracias a un diseño bioclimático que promueve la constante renovación del aire mediante recuperadores y a un buen sistema de aislamiento.

A pesar de la influencia que está tomando este estándar de construcción, menos del 1% de los nuevos edificios de España cumple con este estándar, llevándonos a un nivel muy inferior respecto a otros países europeos. Unos datos que evidencian el trabajo que queda por delante en nuestro país para adaptar totalmente esta certificación, sobre todo teniendo en cuenta la directiva de la Unión Europea, que determina que a partir del 31 de diciembre de 2018 todos los edificios públicos nuevos deberán ser de consumo “casi nulo”, obligatoriedad que a partir de 2020 también será aplicable al resto construcciones.

Con la época estival a la vuelta de la esquina y las temperaturas en ascenso, los expertos de Sto, multinacional alemana líder en la fabricación de elementos constructivos para edificación sostenible e innovadora, han analizado las ventajas de esta construcción:

  • Sin gastos de refrigeración. Los sistemas de ventilación cruzada permiten una circulación de aire homogénea en el interior de la vivienda, ayudando a conseguir una temperatura agradable en todas las habitaciones de la vivienda. Este aspecto, unido al alto aislamiento del inmueble, se traducirá en que no será necesario el uso de aire acondicionado. Un gasto que, al mes, suele suponer unos 80 € (10 horas al día encendido) por aparato.

 

  • Diseño bioclimático que evita el sobrecalentamiento de la vivienda. Se entiende por sobrecalentamiento cuando una estancia excede los 25º, a partir de los cuales una persona empieza a sentirse incómoda y existe un riesgo significativo de estrés por el exceso de calor. Para evitarlo, una construcción Passivhaus incluye un buen aislamiento, que permite la renovación del aire y, lo más importante, aprovecha las características ambientales climatológicas del lugar adaptando su orientación, sombreado, volumen y forma. También se pueden integrar en el diseño de la casa pasiva otras técnicas que contribuyan a evitar este sobrecalentamiento, como la combinación de la inercia térmica con la refrigeración nocturna por ventilación natural.

 

  • Atmósfera interior sana y equilibrada. Las casas pasivas integran soluciones para la renovación del aire mediante recuperadores.  Por un lado, se introduce aire fresco y por otro se evacúa el aire viciado, lo que permite higienizar el aire interior manteniendo el ambiente sano y saludable libre de CO2, COVs, polvo, suciedad, polen, etc. La baja concentración de estas sustancias reduce las reacciones alérgicas, la sensación de cansancio o algunas dolencias como jaqueca, irritación en ojos, nariz, garganta, sequedad del sistema respiratorio…

 

  • Sin puentes térmicos que produzcan pérdidas de calor. En una construcción estándar, los ejes y las juntas donde coinciden dos materiales distintos dejan huecos entre sí, lo que produce una inevitable entrada de calor. En las casas pasivas se cuida la estanqueidad al aire, impidiendo el paso del aire incontrolado del interior al exterior (o viceversa) mediante la interrupción de la capa de aislamiento o el sellado uniones entre los diferentes materiales del edificio.

 

  • Eficiente, tanto en verano como en invierno. El espesor del aislamiento térmico es mayor que en otras construcciones más tradicionales, impidiendo que el frío en invierno y el calor en verano penetren al interior de la vivienda. En verano, el aislamiento del que precisa una Passivhaus en suelos, muros y techos permite reducir el intercambio o transferencia de calor entre el interior y el exterior, similar al funcionamiento de una nevera. Eso sí, es importante encontrar un balance entre los grosores de aislamiento necesarios, ya que un grosor excesivo de aislamiento puede impedir la disipación de calor por la envolvente en verano.
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