] La vivienda del futuro será más versátil o no será. Esta ha sido la principal conclusión a la que han llegado los ponentes reunidos hoy por SIMAPRO en la sesión ¿Cómo serán las viviendas de las nuevas promociones. Unanimidad en la palabra de definirá este futuro residencial –“versatilidad”–, pero no en como darle forma. En este punto han discrepado.
Para Majda Labied, este nuevo concepto de versatilidad o “polivalencia” está inevitablemente unido a un cambio en el estilo de vida de las nuevas generaciones. Y ha puesto como ejemplo la tendencia a las cocinas abiertas. “Tienen que ver sobre todo con la necesidad de socializar de personas que pasan la mayor parte del día fuera de su hogar trabajando y que cuando llegan a su casa no quieren encerrarse a cocinar”, ha afirmado. En este sentido, la directiva de Kronos Homes se ha mostrado muy partidaria de los tabiques móviles, “que permitan reconvertir durante el día dos habitaciones continuas en un espacio de juego para los niños o para trabajar”.
En cambio, David Rocha no ha ocultado su escepticismo con el alcance de estos cambios, pues, en su opinión, la gente es reticente a los mismos implican a su vez cambios en sus hábitos. “Tenemos una cultura determinada que cuesta sustituir y la vivienda del futuro exigirá transformaciones en ese sentido. Los trabajos físicos en casa no terminan de cuajar y eso va en contra de los espacios flexibles con tabiques móviles, que hay que mover y que además encarecen el precio de las viviendas”. Para este directivo de Habitat el futuro de la vivienda tendrá menos que ver con la flexibilidad de espacios habitacionales que con la salud y el bienestar de los mismos. “A la gente le preocupará más la insonoridad, la usencia de corrientes de aire o la estanqueidad de su casa”.
Avanzando en esta línea, David Rocha se ha mostrado partidario de lo que ha denominado “microcirugía del mobiliario”. En su opinión hay que actuar a micro escala en los elementos básicos del hogar y no tanto en su diseño conceptual. “En las cocinas, por ejemplo, tendiendo a un formato americano o, por ejemplo, utilizando dos camas en los dormitorios y que una de ellas, una vez recogida, se reconvierta en una mesa de estudio”, ha defendido.
De alguna manera, la anterior ha sido también la línea argumental seguida por el arquitecto Carlos Lamela, si bien con muchos más matices. En su opinión, en los últimos años la vivienda se ha reducido a cuatro piezas básicas: el salón, el dormitorio, la cocina y el baño. “Con el COVID hemos redescubierto el antiguo cuarto de estudio, el gabinete de trabajo”. Esta tendencia hacia una vivienda más polivalente, en la que se pueda vivir y trabajar, y que no ha dudado en calificar de “burguesa”, va a necesitar inevitablemente de la implicación de las Administraciones y de numerosos y profundos cambios normativos. “¿Por qué los edificios no tienen espacios comunes para teletrabajar?”, se ha preguntado. “Porque computan. ¿Por qué los portales son ahora más pequeños? Porque computan. También la dificultad para reconvertir una vivienda en oficina porque las normativas son diferentes, lo va en contra de esta tendencia hacia la polivalencia de los espacios habitacionales”, ha concluido”.
Un argumento que, desde diferentes puntos de vista, han comprado Majda Labied y David Rocha. Para Labied, “las administraciones deberían reflexionar sobre las nuevas tendencias culturales, como el sharing, y dar una respuesta práctica a los promotores. ¿De verdad son necesarias tantas plazas de parking en las nuevas promociones?”. Para Rocha, “Si las terrazas no computaran podríamos tener terrazas más grandes y ganar hasta cuatro metros cuadrados para un cuarto de estudio o para agrandar el dormitorio principal”.