ep. El consumo de cemento en España se desplomó en enero un 19,2%, situándose en 842.861 toneladas, lo que se traduce en una pérdida de más de 200.000 toneladas respecto al mismo mes del año pasado, a raíz de la crisis sanitaria y de la paralización de las obras por el paso de la borrasca Filomena.
Según la agrupación de fabricantes de cemento Oficemen, la suspensión de las obras durante este temporal de nieve en las zonas de España más afectadas, así como las labores de limpieza posteriores, que se prolongaron durante una quincena, fueron, en gran medida, las responsables de la evolución negativa del consumo de cemento en enero, además de que el mes contaba con dos días laborales menos.
«El temporal, aunque coyuntural, ha sido la puntilla a una situación que, como venimos diciendo, es ya crítica para un sector, el de la construcción, muy afectado por la crisis económica derivada de la pandemia sanitaria que vivimos desde hace casi un año, y a la que llegó cuando aún estaba en proceso de recuperación de la anterior crisis», explica el presidente de Oficemen, Víctor García Brosa.
Por ello, el sector hace un llamamiento para que las Administraciones Públicas den prioridad ahora, en el contexto de los fondos europeos, a la puesta en marcha de mecanismos que permitan una transformación estructural real del tejido económico e industrial en el largo plazo.
En ese sentido, y en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, la industria cementera ha presentado, tanto en solitario como en colaboración con otros sectores industriales, varios proyectos asociados a la economía circular, sostenibilidad en construcción, uso de hidrógeno, transformación digital y descarbonización, pensados para mejorar la competitividad de la industria y del país.
Mayores exportaciones
La estadística también arroja que las exportaciones crecieron en enero un 11,2%, hasta las 492.395 toneladas –casi 50.000 más–, aunque el acumulado interanual continúa en números ‘rojos’, en torno al 1%.
Oficemen considera que el estatuto de los consumidores electrointensivos es «un paso necesario pero no suficiente» para seguir avanzando en la reducción del diferencial de los costes eléctricos frente a los países vecinos europeos.
«Como venimos reclamando, es urgente articular también un mecanismo de ajuste en frontera al precio de los productos que vienen de países que no tienen el mismo nivel de compromiso en la lucha contra el cambio climático», concluye García Brosa.