Con datos al alza en los últimos 10 años, la demanda extranjera ha sido uno de los grandes puntales de la recuperación del sector inmobiliario español. Ahora, tras un buen año para reponerse del impacto del coronavirus, su futuro vuelve a estar en duda de cara a 2022 por la nueva Ley de Vivienda, que podría provocar un efecto de expulsión hacia los grandes tenedores e inversores nacionales y extranjeros.
“En términos generales, la nueva Ley Estatal de Vivienda adquiere un carácter intervencionista y podría afectar directamente a la oferta. La incertidumbre e inseguridad jurídica, desencadenada por la intervención de la propiedad privada y la regulación de los precios del alquiler, no hace más que provocar un efecto de expulsión tanto para el inversor nacional como para el extranjero”, explica Ferran Font, director de Estudios y portavoz de pisos.com.
Entre las nuevas medidas a adoptar con esta Ley, destacan las limitaciones y topes a los precios de alquiler en zonas tensionadas y la obligación de establecer una reserva del 30% de la edificabilidad a vivienda protegida, de la cual al menos la mitad deberá destinarse a alquiler social, entre otros.
“Con todas estas medidas”, asegura Font, “se está perjudicando al gran tenedor de inmuebles. Lo cual, en definitiva, retrasa la profesionalización del mercado del alquiler de viviendas en España y frena la mejora de la calidad de la oferta”.
La inversión extranjera, de vuelta a niveles previos a la pandemia
Tras un periodo complicado con la gran crisis del sector en 2008, la demanda extranjera cogió fuerza a partir del 2010, con cifras que rondaban entre el 10% y el 12% del total de las ventas. “No obstante, las restricciones de movilidad que surgieron a raíz de la pandemia del coronavirus en 2020 pasaron factura a la demanda de vivienda extranjera. Mientras que en 2019 se adquirieron 63.000 viviendas, el año pasado la cifra descendió un 26,5%, situándose en poco más de 46.000 inmuebles”, detalla Font.
Pese a este clima de incertidumbre, continua el experto, la inversión extranjera creció con fuerza en 2021 y todo apunta a que acabará el año con niveles previos a la irrupción de la COVID-19. “Los motivos de este crecimiento son muy diversos. A los aplicables en la mayoría de los países, como son la supresión de las restricciones de viaje o la expansión del trabajo en remoto, se le suma la buena gestión de la pandemia en España y su consecuente buena situación sociosanitaria, la excelencia del parque residencial y los precios, que siguen siendo muy competitivos en comparación con nuestros vecinos europeos”, concluye Font.