El volumen de alquileres se ha reducido drásticamente, mientras que los precios se han disparado. A nadie que conozca un poco del funcionamiento del sector inmobiliario le puede pillar por sorpresa esta información. Según datos del portal inmobiliario idealista.com y difundidos por Expansión, la oferta de alquiler se ha reducido un 56% desde 2020.
Por su parte, el precio de la vivienda en España registró en abril una nueva aceleración tras incrementarse un 0,9% respecto al mes anterior y situar el incremento en el último año en un 9,4%, según el informe Tinsa IMIE de Abril de 2025.
De hecho, en aquellas zonas donde se ha aplicado el tope de precios que plantea la Ley de vivienda la situación es aún peor. En el caso de la provincia de Barcelona, la oferta de alquiler residencial se ha desplomado un 62% entre diciembre de 2020 y diciembre de 2024. Y la cifra se agrava cuando hablamos de Barcelona capital, que ve reducir su oferta en un 84% en apenas 4 años. Nadie en el sector puede creerse las cifras de la Generalitat porque, aunque la estadística puede ofrecer muchas lecturas, la realidad es más tozuda. Y no hay más que enfrentarse a la escasez y precios del mercado para darse de bruces con ella.
“La realidad es que los inversores han huido, la inversión en alquiler está paralizada y la situación es cada vez más complicada” señaña Iñaki Unsain, Personal Shopper Inmobiliario en Cataluña.
El control de precios establecido en la ley de vivienda para aquellas zonas declaradas como mercado tensionado, unido a la inseguridad jurídica que sienten los propietarios ante la imposibilidad de recuperar su vivienda en caso de impago, ha destruido el mercado del alquiler residencial español disparando los precios hasta cifras inasumibles para personas vulnerables. Y complicando, todavía más, la emancipación de los más jóvenes.
Las medidas intervencionistas aplicadas, lejos de ayudar, han agravado una situación que ya es complicada en todo el país y, en especial, en las grandes ciudades. Y, mientras se niega la inquiokupación y se dejan de lado los derechos del propietario frente al inquilino, la oferta residencial desaparece para convertirse en turística, temporal o apostar por la venta.
No hay más ciego que el que no quiere ver.