La llegada de las bajas temperaturas es también sinónimo del encendido de las calefacciones en el hogar, donde ahora pasamos mucho más tiempo a consecuencia de la recomendación de reducción de la movilidad y los toques de queda como consecuencia de la nueva ola de contagios del Covid-19 o el teletrabajo que, en el tercer trimestre, venía desarrollando el 10,3% de los trabajadores ocupados.
Los sistemas de calefacción representan una importante partida del gasto doméstico. Tanto es así que, según la OCU, es el principal gasto energético de los hogares, especialmente acusado en zonas del país con temperaturas más frías y en viviendas que no cuentan con un buen aislamiento. De media, en España, el gasto en energía de una casa llega casi a rozar los 1.000€ al año y la mitad de este gasto corresponde a la calefacción, con variaciones en función de la tipología de inmueble y su ubicación.
Coincidiendo con el Día Mundial del Ahorro, que se celebra este 31 de octubre, UCI (Unión de Créditos Inmobiliarios), entidad especialista en financiación sostenible de la vivienda, a través de su división Green, recoge las claves a incorporar en una vivienda y a nuestra rutina diaria en el hogar para contribuir al ahorro de calefacción durante este atípico otoño-invierno:
1. Una vivienda aislada: las casas cuentan con un mayor o menor aislamiento del exterior en función de la tipología de sus suelos, paredes y ventanas. Una casa estará más aislada si cuenta con paredes con aislantes, suelos con aislante térmico o de madera y ventanas de cierre hermético y de doble cristal. Pero estos elementos no son habituales en todos los hogares, a pesar de que un buen aislamiento permite ahorrar hasta un 30% del gasto doméstico. Además, pequeños gestos como abrir las persianas para aprovechar la luz del sol o bajarlas con su puesta y colocar burletes bajo las puertas, pueden reducir la pérdida del calor.
2. Ventilar sin llegar al exceso: debido a la pandemia, una de las recomendaciones más repetidas por los expertos es la necesidad de ventilar todos los espacios. Es importante airear las estancias de la vivienda durante algunos minutos y volver a cerrar puertas y ventanas para no tener pérdidas significativas del calor que ofrece la calefacción.
3. Radiadores a la vista y en buenas condiciones: hay que evitar la mala práctica de tapar los radiadores porque no encajan con la decoración, ya que eso provoca una reducción de su rendimiento. Tampoco es una buena práctica poner ropa húmeda encima para secar. Los radiadores funcionan por convección y el calor va de abajo a arriba, por eso es habitual situarlos cerca de las ventanas. Antes de encender la calefacción, es recomendable purgar los radiadores para sacar las burbujas de aire acumuladas y hacer un rápido chequeo de que están en buenas condiciones. Así como poner paneles reflectantes de calor detrás de los radiadores para potenciar su efecto y ahorrar entre un 10% y un 20% del gasto.
4. Potencia contratada en electricidad: para los sistemas de calefacción que funcionan con electricidad, se recomienda revisar la potencia de electricidad contratada, es decir el número de aparatos que se pueden tener enchufados al mismo tiempo sin que salte la luz. En la mayoría de los casos, la potencia contratada suele ser bastante superior a la necesidad real, por lo que se paga un coste más elevado del que realmente se consume.
La clave está en sumar el gasto de todos los aparatos eléctricos y en función del resultado contratar la potencia necesaria. La calefacción eléctrica es uno de los aparatos que más tira de la luz y necesita entre 1.000 – 2.000 W de potencia, aunque si es calefacción de bajo consumo, la potencia necesaria baja a 400-800 W. El horno, el lavavajillas y la lavadora son los electrodomésticos que más potencia necesitan, con 1.200–2.200 W, 2.200W y 1.500W, respectivamente.
5. Punto final a energías contaminantes: todavía es habitual ver en España sistemas de calefacción de carbón o gasoil, fuentes de energía no respetuosas con el medio ambiente, contaminantes y caras para nuestro bolsillo, que se podrían sustituir por otras más baratas y sostenibles. En los sistemas que funcionan con gas y utilizan calderas, las más óptimas son las de bajo consumo, como las de cogeneración. Para comunidades de propietarios existen, además, ayudas para la renovación de calderas más eficientes.
6. Calefacción eficiente: las fuentes de energía renovables son las más indicadas para el uso de la calefacción en casa, con sistemas como: la aerotermia (bomba de calor que utiliza aire y depende de las condiciones climáticas exteriores), que puede suponer un ahorro de entre un 40-70% en la factura, o la geotermia (bomba de calor de agua que viene del interior del subsuelo), que permite ahorrar hasta un 75% de energía respecto a otros sistemas. Decantarse por un sistema u otro depende en gran medida de la ubicación y tipología del inmueble, por lo que lo más recomendable es contar con un experto para ayudar en esta elección.
También son cada vez más comunes los suelos radiantes, que funcionan con aerotermia o geotermia, y cuentan con un sistema con una temperatura de impulsión de agua muy baja (30-45ºC) con respecto a los sistemas tradicionales de radiadores (70-75ºC), lo que contribuye al ahorro.
Otra fuente de energía renovable son los paneles fotovoltaicos térmicos, que absorben el calor del exterior del inmueble, por lo que están especialmente indicados para casas con impacto directo del sol y zonas con temperaturas altas.
7. No abusar de los grados: a mayor número de grados, más gasto de calefacción. De media, por cada grado menos se ahorra entre un 7-11% de la energía. La temperatura ideal está en torno a los 19-21 grados, por lo que poner la calefacción mucho más alta sería un derroche de gasto y energía. Es más, los expertos recomiendan apagar la calefacción o no sobrepasar los 16º por la noche o si se sale durante poco tiempo y ahorrar, así, hasta un 13% del consumo.
8. Ropa de invierno en casa: muchas veces se pone la calefacción muy alta y se lleva en casa ropa típica de verano más que de este periodo, por el calor excesivo acumulado en la vivienda. Lo ideal es vestir ropa de invierno cómoda que permita también guardar el calor corporal y no sobrepasar la temperatura de calefacción recomendada.
9. Sistemas programables: el mecanismo más óptimo es contar con un termostato programable que permita regular la temperatura y que automáticamente encienda la calefacción un tiempo antes de llegar a casa para que se vaya calentando. Además, contribuye a evitar los cambios bruscos de temperatura y la mala práctica extendida de poner la calefacción a una alta temperatura al llegar a casa para que se caliente más rápido, que conlleva un mayor gasto y no es tan eficiente en el tiempo.
10. Calefacción por estancias: si hay habitaciones de la casa que no se utilizan, tampoco es necesario que estén calentitas, aunque la calefacción sea central. Por tanto, cierra o apaga los radiadores de estancia que no se usen para no derrochar.
La incorporación de estos trucos en los hábitos diarios en el hogar no solo se notará en la factura de los meses de otoño e invierno, también nos permitirá ser ciudadanos comprometidos y responsables con el medio ambiente, al evitar el derroche energético. Aunque suponga una inversión más costosa, llevar a cabo reformas en las viviendas para mejorar su asilamiento o cambiar el sistema de calefacción siempre es una buena decisión, y que a medio-largo plazo supondrá un gran ahorro.