Si hablamos de activos populares a la hora de invertir, la vivienda aparece, sin duda, entre las primeras posiciones. Especialmente en España, donde la compra de un inmueble en el que residir es una de las preocupaciones más frecuentes de los ciudadanos, pues casi el 82% prefiere adquirir un inmueble en propiedad que alquilarlo, según refleja el Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de junio de 2019.
Si bien en el segundo trimestre del año, como consecuencia de la pandemia, la actividad del sector inmobiliario se vio ralentizada, influyendo también en el tiempo de toma de decisiones y acción de los inversores para realizar operaciones, con la llegada de la “nueva normalidad”, las transacciones inmobiliarias se han ido incrementado mes a mes. Así lo demuestran los datos del Consejo General del Notariado, que reflejan una tendencia positiva en el número de compraventas realizadas en los últimos meses. Tanto es así que las transacciones aumentaron un 117% entre abril y agosto de este año, meses que registraron 15.277 y 33.201 operaciones, respectivamente.
Esta recuperación positiva que ha experimentado el sector en los últimos meses es tan solo una prueba más de que el activo residencial sigue posicionándose como un bien interesante para la inversión. Los expertos de Instituto de Valoraciones han analizado el panorama inmobiliario actual arrojando luz sobre algunas razones por las que tomar posición e invertir en un inmueble actualmente puede ser una buena decisión:
· Buenas oportunidades de inversión. La incertidumbre e inestabilidad provocada por la crisis sanitaria ha propiciado que algunos propietarios de inmuebles se encuentren ante la necesidad de vender sus inmuebles para obtener liquidez. Esta situación podría presentar una oportunidad para aquellos inversores o particulares que cuenten con los ahorros suficientes para comprar un inmueble, y que estén interesados en adquirir una vivienda tanto para uso propio como para obtener rentabilidad mediante el alquiler, formato que sigue generando gran interés. De hecho, el precio del alquiler de vivienda ha registrado un aumento del 5% en septiembre de este año en comparación con el mismo mes de hace 5 años, según los datos del Índice de Precios de Consumo (IPC) del INE. No obstante, a pesar de la situación en la que nos encontramos, uno de los factores claves en la decisión de comprar o alquilar una vivienda sigue siendo su ubicación, por tanto, la adquisición de un inmueble en áreas consolidadas y con una demanda constante en el tiempo seguirá siendo una inversión rentable en el largo plazo.
· La demanda vuelve a la senda del crecimiento. Según los últimos datos publicados por el Consejo General del Notariado, en agosto se registraron un total de 33.201 transacciones de compraventa de vivienda, lo que supone un incremento del del 6,8% interanual. Así, agosto registra la primera variación interanual positiva del año, ante las bajadas de todos los meses anteriores. Esto es muestra de que existe un panorama positivo para los inversores, haciendo atractiva la compra de inmuebles para, por ejemplo, reformarlos y volverlos a vender, teniendo en cuenta que el ritmo de la actividad del sector es positivo y que existe un interés real por la adquisición de viviendas.
· La vivienda es un bien imprescindible, y eso, asegura su valor. Si bien algunos sectores pueden ser más vulnerables a la fluctuación económica, el caso del mercado inmobiliario es diferente. Y es que la vivienda constituye un bien de primera necesidad, incluso en las situaciones de crisis, lo que lo posiciona como un valor refugio. Prueba de ello es la actividad que existe ahora de búsqueda de viviendas de reposición o de segundas viviendas, a fin de satisfacer las necesidades surgidas tras el confinamiento. Se buscan casas más amplias, con un mayor número de estancias y espacios exteriores, donde la luminosidad juegue un papel relevante. Este escenario, refleja que, a pesar de la incertidumbre económica existente, la vivienda sigue generando interés y registrando una actividad positiva. No obstante, cabe destacar que el valor económico de un inmueble y sus posibles variaciones de precios dependen de otros factores como su ubicación o el tipo de inmueble del que se trate.
· Un sector que siempre se recupera y ofrece posibilidades de rentabilidad. Los bienes inmobiliarios son activos que, aunque su valor se pueda ver afectado en un momento dado, tarde o temprano siempre acaban recobrando su fuerza. Ejemplo de ello fue lo sucedido en la pasada crisis económica de 2008 en la que el valor tasado medio de vivienda libre llegó a descender casi un 30% entre 2008 y 2014, según los datos históricos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. En el 2014 el precio por metro cuadrado llegó a descender hasta los 1.455 euros, pero tras la crisis, el precio del metro cuadrado mostró una evolución positiva desde el 2015 hasta el 2019, alcanzando un máximo de casi 1.653 euros por m2. Así, ya sea desde la posición de un particular que invierte en un inmueble para su uso personal o desde el punto de vista de un inversor que adquiere un activo para obtener rentabilidad, el activo inmobiliario se posiciona como un valor seguro para la inversión.
· La obra nueva se recupera, incrementando el parque de viviendas disponible. La actividad del sector inmobiliario se ha ido recuperando, pero ¿sucede lo mismo con la oferta disponible? Todo parece indicar que el camino que sigue también es ascendente, principalmente gracias al apoyo de las viviendas de nueva construcción. Y es que, en julio de este año, el número de visados de dirección de obra nueva para la construcción de viviendas alcanzó la cifra de 6.143, según el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Una cifra aún menor a los 9.086 visados otorgados en febrero, antes del estallido de la crisis sanitaria, pero superior a los 4.121 de abril, cuando estaba vigente el estado de alarma a nivel nacional. Si esta tendencia positiva continúa así en los próximos meses, podría tratarse de una gran oportunidad de inversión, sobre todo teniendo en cuenta que la obra nueva tiene mayores posibilidades de adecuarse a los nuevos intereses y hábitos sociales.