El crédito hipotecario en España cerró octubre con una imagen mixta: 52.198 nuevas hipotecas sobre vivienda, apenas un 0,6 % más que en el mismo mes del año anterior, según datos del INE. Sin embargo, el importe medio creció un 10,4 %, hasta 167.080 €, mientras que el tipo de interés medio se mantuvo en el 2,81 %. El volumen de operaciones se estabiliza, pero el capital prestado sigue aumentando, impulsado por precios más altos y mayores importes por operación.
“A este ritmo, el crédito acompaña sin euforia. Los tipos se mantienen contenidos y los plazos medios de 26 años permiten absorber parte del encarecimiento de la vivienda sin disparar la cuota mensual. El mercado funciona cada vez más con estructuras de deuda largas, predecibles y ancladas a un entorno de tipos estables”, comenta Robin Decaux, CEO de Equito.
El dato más revelador del mes está en los cambios en las condiciones hipotecarias. El número total de hipotecas con modificaciones cayó un 17,6 % interanual. Las novaciones se redujeron un 30,2 % y las subrogaciones al acreedor bajaron un 7,1 %, mientras que las subrogaciones al deudor aumentaron un 34,1 %. El 75,7 % de los cambios se debió a ajustes en los tipos de interés.
“El crédito ya no se reestructura tanto; se transmite más de lo que se firma. Funciona con estructuras de deuda largas y estables, y el capital fluye hacia zonas con oferta y precios sostenibles, mientras los mercados más tensionados empiezan a perder tracción”, señala Decaux.
El comportamiento por comunidades autónomas también muestra diferencias. Extremadura, Castilla-La Mancha y Cantabria lideran el crecimiento con incrementos superiores al 15 %, mientras que Aragón, Castilla y León y Galicia registran descensos de entre el 7 % y el 11 %.
“El patrón refleja la rotación geográfica del crédito: donde hay algo de obra nueva y precios sostenibles, el sistema sigue traccionando; en los mercados maduros y tensionados, la actividad se ralentiza”, apunta Decaux.
El sistema hipotecario español entra en una fase de madurez operativa: sube el importe medio, se alargan los plazos y crece el peso de las hipotecas que cambian de manos. Es una señal positiva si hay nueva oferta y precios accesibles; de lo contrario, puede volverse un sistema más líquido, pero más excluyente.
“El crédito no se detiene, pero rota. Se transmite más de lo que se firma. Esto refleja un mercado más maduro, con estructuras de deuda largas y estables, donde el capital fluye hacia zonas con oferta y precios sostenibles, mientras los mercados más tensionados pierden tracción””, concluye Robin Decaux.