Los precios de las viviendas se han encarecido un 39,3% desde 2015, frente al 5,6% que han subido de media los salarios en ese periodo, según se recoge en el Informe País elaborado por Green Building Council España (GBCe). En este contexto, en el que la vivienda principal supone el 63,7% del endeudamiento de los hogares en España, el director general de GBCe, Bruno Sauer, ha planteado que “la sostenibilidad puede abaratar los precios” de las edificaciones: “Una vivienda pensada desde su fase inicial para reducir los impactos despilfarra menos materiales, se construye más rápido y cuenta con unas instalaciones óptimas”, ha afirmado Sauer en el Foro Internacional ‘Affordable Housing Activation: Removing Barriers’ (AHA Madrid 2022), organizado por la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) y el Consejo Superior de Arquitectos de España (CSCAE) con el objeto de avanzar en la activación de la vivienda asequible.
Así, el director general de GBCe ha resaltado que es un mito que una vivienda sostenible sea más cara e inasequible que una que no lo es: “Pensar antes de actuar no es caro, por lo que colocar las ventanas en un sitio adecuado para ventilar bien la vivienda en vez de colocarlas mal, o pensar en una optimización de instalaciones de agua en vez de colocar los baños en sitios aleatorios, puede hacer que una vivienda sea más asequible”, ha argumentado Sauer.
La fórmula para lograr viviendas más asequibles a través de la sostenibilidad pasa por condicionar los criterios de financiación a la responsabilidad a largo plazo del inversor en el comportamiento del edificio y a las prestaciones que ofrece la vivienda. “Una edificación que puede garantizar que sus prestaciones continuarán pese a los cambios a lo largo del tiempo debe tener una financiación más económica y, por lo tanto, un coste menor, ya que generará ingresos y beneficios a largo plazo”, ha argumentado Sauer.
Propiedad en manos del inversor
De este modo, surgen modelos como el de pagar por el servicio, en el que se alquilan las prestaciones que debe ofrecer la fachada. Este sistema exige al inversor inmobiliario una responsabilidad a lo largo de todo el ciclo de vida del edificio, de tal forma que si la fachada deja de prestar su servicio, hay que sustituirla por otra con mejores prestaciones: “La propiedad queda en manos del inversor, lo que abarata el coste inicial a la hora de entrar en la vivienda porque sólo se paga el precio pactado si se cumplen las prestaciones prometidas”, ha explicado el director general de GBCe.
Llegados a este punto, surge la necesidad urgente de medir y monitorizar para poder legislar, comunicar, formar y financiar de una manera sostenible: “Tenemos que ser capaces de cuantificar cuánto mejor lo hacemos hoy con respecto a ayer para que todo el mundo pueda ver que un mundo mejor es posible”, concluye Sauer.