La influencia de la COVID-19 en el mercado de compraventa de residencias en España ya es cuantificable, especialmente desde la entrada en vigor del nuevo estado de alarma. El comportamiento conservador de oferta y demanda en estos meses ha generado un efecto de cierta parálisis que va a conducir a caídas del precio medio de la vivienda de entre un 6% y un 12% hasta final de año, en función de las características del activo y de las necesidades económicas de la oferta. La bajada de la demanda no será homogénea, y es probable que en las grandes ciudades como Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia, Zaragoza o Bilbao sea algo inferior. Así lo prevé Iñaki Unsain, principal Personal Shopper Inmobiliario de Barcelona.
Y es que el 85% de las operaciones de venta que se cierran anualmente son de primeras residencias, precisamente el tipo de adquisiciones que van a verse más afectadas por la merma económica que están sufriendo las familias. El 15% restante corresponde a la demanda de inversión, que está a la espera de volver con mucha fuerza en el momento en que el mercado se estabilice. Unsain advierte que“para este tipo de comprador con liquidez se ha abierto una ventana de oportunidad de alrededor de seis meses en los que podrá comprar activos a precios muy competitivos y obtener plusvalías notables a tres o cinco años vista”.
El segmento inmobiliario más atractivo como inversión segura y estable sigue siendo el residencial, concretamente los activos en buen estado, buena ubicación dentro de las grandes ciudadescon superficies alrededor de entre 80-100m2 y tres habitaciones. Este tipo de vivienda es la más buscada por la demanda de alquiler y será rápidamente rentabilizada por el inversor.
Si bien el mercado residencial no oscila de la misma manera ni a la misma velocidad que las variables macroeconómicas, el futuro del sector inmobiliario español dependerá en buena medida de indicadores que inciden directamente en su evolución y que se han visto afectados de manera drástica en los últimos meses. Con una caída del PIB del 12% prevista para este año y el aumento del desempleo, contenido por el momento por los ERTE, no será hasta 2022 cuando la recuperación sea total. De hecho, la caída de la demanda inmobiliaria producida desde marzo hará que este año el sector registre una caída del 30% en las compraventas a nivel nacional, descendiendo hasta las 350.000 unidades vendidas en 2020.