Estamos a principios de verano y la primera ola de calor ya ha azotado a todos los hogares españoles registrando temperaturas extremadamente altas para esta época. El calor ha llegado para quedarse durante los próximos meses en un verano que se presenta muy caluroso.
El aire acondicionado y el ventilador son los mejores aliados para hacer frente a las altas temperaturas, sin embargo, la llegada del calor ha coincidido con una gran subida del precio de la electricidad. Esto, sumado a que el retorno a las oficinas se prevé de cara a septiembre, los ciudadanos tendrán que hacer frente al calor desde su casa, lo que se verá reflejado en las próximas facturas energéticas.
«Pero bajar el precio de la electricidad o poner el aire acondicionado a tope no es más que un paliativo en vez de una solución efectiva para evitar las “viviendas sauna”», afirma Albert Grau, Public Affairs Officer de ROCKWOOL Peninsular, empresa especializada en aislamiento de lana roca. Trabajamos y vivimos en edificios con grandes agujeros energéticos que nos obligan a estar continuamente climatizándolos y, por consiguiente, pagar por ello.
Pobreza energética: un problema de raíz
Con esta subida del precio de la electricidad, en un momento en el que todavía pasamos gran parte del día en casa, oímos cada vez más el término “pobreza energética”. Sin embargo, este concepto tiene una raíz del problema mucho profunda. Y es que, cuando hablamos de pobreza energética es necesario entender que está íntimamente relacionado con el estado de conservación de nuestros edificios. «En España, la pobreza energética ligada a no poder asumir la factura energética se estima en un 12%, según el último estudio publicado por Asociación de Ciencias Ambientales. Por si sola, la cifra es alarmante, pero hay otro tipo de pobreza energética de la que se evita hablar, pero reconocida como tal, y que consiste en aquellas familias que han de gastar 2 veces más de la mediana española para mantener temperaturas razonables en su hogar. Sólo estas representan otro 17%”», explica Grau.
Con los Edificios de Consumo Casi Nulo (ECCN) en el punto de mira del sector de la construcción, todavía no se han tomado medidas para atacar la raíz del problema y la que proporciona mayores beneficios ambientales, económicos y en términos de confort: reducir la demanda energética de nuestros edificios hasta tal punto que no fuera, apenas, necesario el uso del aire acondicionado.
Ante esta reflexión entra en juego el término: resiliencia. Aislar los edificios donde vivimos o trabajamos, aumenta nuestra resiliencia ante los efectos adversos de los episodios climáticos extremos como las olas de calor. «Una estrategia de adaptación al cambio climático no puede olvidarse de los edificios ni de actuar en ellos desde un sentido lógico; reducir nuestra demanda de energía para después dimensionar y utilizar los equipos e instalaciones de climatización que necesitamos, en su justa medida», asegura Grau en un artículo de Fundación Casa Ahorra.
Adaptación y mitigación del cambio climático
Estas medidas de adaptación, también lo son de mitigación del cambio climático, porque un edificio bien aislado reduce su demanda y consumo de energía y por tanto sus emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al uso de la calefacción en invierno y de la refrigeración en verano.
De hecho, y de manera independiente del coste de la energía o de su origen, la mayor parte del parque de viviendas existente en España es ineficiente. «El parque inmobiliario consta de 25 millones de viviendas, un 90% de las cuales fueron construidas antes del primer Código Técnico de la Edificación (CTE), y casi un 60% antes de que existiera cualquier normativa de eficiencia energética. Además, se estima que el 92% de estos edificios seguirán en pie en 2050,”» resalta Albert Grau, Public Affairs Officer de ROCKWOOL Peninsular.
Las diferentes estrategias europeas y nacionales ponen el foco en reducir la dependencia energética de la población. Así pues, entre las medidas aprobadas en materia de vivienda en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Ejecutivo, la eficiencia energética adquiere un lugar prioritario, ya que es una de las estrategias fundamentales para avanzar hacia una sociedad más responsable y sostenible.
Para conseguir estos Edificios de Consumo Casi nulo es necesario reducir la demanda energética del edificio y, para ello, en primer lugar, estos deben contar con un aislamiento adecuado, para reducir las pérdidas de calor y frío dentro de la vivienda y evitar los puentes térmicos. «De esta manera, con el aislamiento de lana de roca, ni las altas temperaturas, ni las fluctuaciones en el precio de la luz impactarán de forma tan drástica a nuestro bienestar ni en el del planeta», afirma Grau.