Complejos y prejuicios con el ladrillo

Madrid. 01/02/2018

Madrid sufre escasez de suelo residencial. Tanto es así que, según denuncia la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid, Asprima, queda suelo finalista en la capital  para los próximos 3 años. Los promotores aseguran que “no se pueden poner puertas al campo” pero no parece que el Ayuntamiento de Manuela Carmena esté muy de acuerdo con esto. Entre los proyectos paralizados del consistorio se encuentran, entre otros, la Operación Chamartín que parece haber quedado bloqueada tras un acuerdo inicial. Y, parcialmente, el desarrollo del Sureste que  ha visto reducido drásticamente a la mitad el número de viviendas permitidas, de 105.000 unidades inicialmente previstas a 53.000.

De hecho, Juan Antonio Gómez Pintado, presidente de Asprima, ha advertido al Ayuntamiento de Madrid de que los promotores acudirán a los tribunales de continuar con estas políticas en los desarrollos del Sureste, correspondientes a  Los Berrocales, Ahijones, Valdecarros y Los Cerros.

Como bien destacaba hace unos días David Martínez, consejero delegado de Aedas Homes durante su participación en un encuentro sobre el sector inmobiliario, “cada vez es más complicado comprar suelo y en algunas plazas, el precio de la vivienda ha subido de manera poco sostenible. Hemos visto incrementos de hasta el 20% en algunas zonas”. Y esto favorece poco o nada a la recuperación de la actividad inmobiliaria de forma sana.

El suelo finalista se acaba y la administración no parece tener intención de promover y desarrollar nuevas superficies, por el momento. Lo que es un problema y lo será más si no se adoptan medidas inmediatas.

El Ayuntamiento gobernado por Ahora Madrid y liderado por Manuela Carmena quiere vivienda, pero que sea barata y además que “no rompa el equilibrio urbano”, lo que está muy bien. Que cubra la necesidad social pero no fomente la especulación. Y esto, con poco suelo finalista, escasa oferta y alta demanda es una intención muy difícil de sostener.

Si el consistorio de Madrid, como otros varios, no deja atrás sus complejos y prejuicios con el ladrillo lo que va a provocar es el efecto contrario al que desean: escasez de oferta, precios elevados y viviendas de difícil acceso para los jóvenes y las familias en la capital. Esto y una huida inevitable a poblaciones colindantes como la de Rivas Vaciamadrid, en el caso del sureste, que ha recuperado con fuerza y  ganas la actividad constructora.

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